Sergio,
Samira, Flavio
Y dos
ciudades distintas.
Esta joven pareja de civilizado estilo italiano contemporáneo me llevó a
conocer un nuevo restaurante más romano que italiano, ITA, en la Vía Véneto,
casi al frente de uno de mis preferidos del pasado, el Café Pomodoro de Willy.
De más está decir que siempre nosotros tres, Sergio, Samira y yo, hacemos tertulia de manera irrefrenable. Y la
comida romana de ITA no se interpuso ante nosotros en los caminos por donde
transitaron nuestras agitadas navegaciones verbales.
Pero aún así a pesar de nuestro fervor latino muy pronto sentimos necesidades
urgentes de aventurarnos por otros territorios más allá de las fronteras emotivas de la Roma
culinaria.
De manera que para corresponder de alguna manera equiparable a las
gentilezas de Sergio y Samira para conmigo, los convoqué para continuar nuestro
encuentro nocturno nada menos que en el Wine Bar Tanino, de mi gran amigo chef
Fabien Migny, el “tout-Paris” de
Panamá.
En donde, como siempre, los excesos emotivos e incontenibles típicos de
gente espiritualmente joven como nosotros tres encontraron en Tanino un espacio
íntimo especialmente abonado para descontrolar los voraces apetitos gastronómicos
de gente que también como nosotros, nos sentimos siempre abiertos a la magia de
la aventura gustativa del mundo.
Nuestro entusiasmo y vigor no encontró límites en Tanino y quizá ni
siquiera nos dimos cuenta que el resto de los comensales estuvieron tan
intensos y dichosos como nosotros, gracias indudablemente al fiero genio
parisino de Fabien.
Pedimos una botella de malbec argentino que vende “el vecino de al lado”,
Canvaggio, quien, “guarda caso!”, cenaba
en la mesa de al lado, y un plato de
pulpitos caramelizados y otro de hongos flambeados con jugosas salsas
provenzales que estuvieron ambos de colección.
A Tanino estaremos regresando para degustar las ostras frescas que nos
llegan cada semana desde el nord-este de los Estados Unidos y que por ser
frescas, marinas y barrigonas a Sergio y a Samira estoy seguro que les vendrán
espontáneamente las acostumbradas ganas de consumirlas por decenas en cada sentada.
Yo me prometo acompañarlos siempre que
haya una buena “Blanc-de-Blancs”
original de la Champagne.
Salud.
Flavio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario