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domingo, 1 de septiembre de 2013

"PLAZA DE FRANCIA" - Viernes 30 agosto 2013.


Ismenia, Flavio y Elsie
En Veggie Moon

Plaza de Francia
Ayer con motivo del cumpleaños de mi hija fui invitado a cena por ella en compañía de dos de sus compañeras de trabajo en UNICEF. Teníamos reservado en Madrigal a las siete, pero llegamos al Casco Viejo a las cinco intencionados a pasear por el vecindario con la fresca del atardecer desde las ruinas del antiguo Club Unión a lo largo del paseo de las bóvedas y  bajar la escalinata que desciende sobre la Plaza de Francia. Este Paseo, frente a la pequeña Bahía de Panamá, predispuesta por la natura para acomodarse a la medida de una dimensión humana de sala y balcón, estuvo adornada en tiempos ya olvidados  por una gloriosa jardinería de frondosas Buganvillas, también llamadas Veraneras o Trinitarias. Y hoy con inmensa pena vimos la muestra dolorosa de una preocupante gestión pública muy insensible a  nuestro patrimonio escénico, sobre todo tratándose de  este sitio tan excepcional y hermoso.
En la Plaza de Francia  mi hija nos leyó la historia del paso terrestre entre el Atlántico y el Pacífico por el Istmo Central de Panamá desde el tiempo de la Colonia, siglo XVI, hasta la construcción del Canal al inicio del Siglo XX.  Una historia poderosa gravada a bajo relieve sobre diez láminas de cemento empotradas sobre la pared del soportal de la galería en arco que se extiende debajo del Paseo. Dichas láminas como la galería están también en avanzado estado de deterioro y muy mal restauradas. Por último, dispuestos en arco, frente al simpático obelisco coronado con un "coq gaulois", visitamos los severos bustos de bronce en cuyos pedestales Ismenia leyó las leyendas de cada uno de estos célebres franceses que anticiparon la gran obra transoceánica terminada  por los Estados Unidos en 1914.
Sedientos, motivados y cargados de energía, hicimos una parada en el camino sobre la Calle Primera que lleva de la Plaza de Francia a la Avenida A, en un sitio fascinante decorado con muy buen gusto, de comida vegetariana, mediterránea y frutos del mar. Su nombre es Veggie Moon en donde nos ofrecieron agua y cositas de picar sin costo alguno. Allí nos quedamos buen rato platicando entre nosotros y un amistoso y educado personal de atención a las mesas. Al acercarse las siete emprendimos la marcha hacia Madrigal, ubicado en Avenida A detrás del Museo del Canal, en donde nos esperaba el amigo Andres Madrigal un súper chef madrileño de fama mundial galardonado en varias ocasiones con estrellas Michelin.
Salud.
Flavio.

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