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sábado, 5 de marzo de 2011

"EL TAMBOR DE ORO" Sábado 5 marzo 2011.

Acta 8 – 2011.
 El Cartel del sábado 5 marzo 2011

Restaurante peruano en San Francisco
El Tambor de Oro

Parcipantes
Héctor, Gilles y Flavio

Tema
Los Árabes
Esta reunión de hoy fue como la calma después de la tormenta comparada con la anterior en Metáfora a la cual no asistí. Y en esta hablamos de los árabes de manera sensata y culta.
Simpatizo con los pueblos árabes que cultivan y gustan como los nuestros los mismos frutos de la tierra. Porque sienten el mismo sol y buscan bajo las mismas estrellas los mismos destinos sobre el mismo horizonte del mar Mediterráneo. Simpatizo con ellos como simpatizo también con estas Memorias que hablan de amigos y de vinos de muchas regiones.  

Tengo buenas razones para gustar de los árabes. Primero porque son portadores de culturas y civilizaciones cuyas esencias perfuman todavía los pueblos del sur de Europa en especial en aquellas tierras de la península ibérica que ocuparon por siete siglos. Sobre ellas pintaron con énfasis universal el arco iris de colores étnicos contenido en las sangres hispánicas que atravesaron el mar océano para formar los pueblos mestizos del Continente americano.
El sustantivo “árabe” señala una cultura multi confesional, multinacional y multiétnica. Un árabe puede ser judío, cristiano, musulmán, africano, caucásico, francés, español, inglés. Por razones indescifrables permanecieron mucho más tiempo en las tierras de la antigua Bética que los romanos. Quizá para inventar una sociedad tripartita junto con cristianos y judíos desde Andalucía hasta la Provenza. Algo nunca visto y que hoy podríamos tratar de aprender y re-inventar. Y lograron coexistir junto con cristianos y judíos, hasta que a cada uno de ellos  le llegó la hora del fundamentalismo, del dogma, de la intolerancia y de la persecución. Quizá nuestros ancestros dejaron pistas codificadas de paz y amor para hacerme creer que desde la Bética del mito tartesio de los siglos Griegos y Fenicios, mil años antes del dominio  romano, hasta hoy, los pueblos de la tierra y del mar presintieron que el reposo del guerrero fabricaría en ellas olvidos de guerras y exterminios. Y los que llegaron para quedarse en esas tierras ricas y generosas curtieron cueros, forjaron hierros y platerías, criaron  hijos laboriosos y caldos abundantes de uvas.
Y no quiero pensar en los germánicos centro europeos que buscaron lo mismo huyendo hacia el calor del mediodía o en los vikingos que llegaron al Mediterráneo  desde los mares del norte portando otros nombres, cruzando, bordeando y fecundando a los pueblos ibéricos y de todo el Mediterráneo.
Porque algo buscaron que encontraron y dejaron en esos  asentamientos que hoy yo quiero notar. Y finalmente miro el fracaso civilizador de Napoleón desde las estepas siberianas hasta las riberas mediterráneas, hace dos siglos que  continúa hoy precipitando heces de mostos reaccionarios en la cuba pasional de algunas Españas, Italias, Francias y Rusias fundamentalistas y judeo-cristianas. Y me parece escuchar otra vez los gritos “Viva la muerte” y el más trepidante: “Vivan las cadenas”. Y me resulta difícil pensar que nunca se alejaron mucho de nosotros esas crueldades sedentarias, ni fueron olvidadas. Parece que han estado siempre con nosotros, en Bosnia, en Irak, en África, en Méjico tan cerca de Arizona, etc. Y hoy podemos verlas mejor porque asistimos a los sitios virtuales que fungen de espacios de encuentros para multitudes. Y porque un nuevo culto por la verdad y el conocimiento al estilo WikiLeaks y FaceBook  resucitan, como Ave Fénix, las cenizas de un nuevo  ciclo vital de la libertad de expresión. Frente a estas esperanzas y desesperanzas me pregunto por qué los Estados Unidos y Europa se empeñan todavía en fabricar enemigos fundamentalistas, irracionales e incivilizados entre los pueblos árabes y persisten en ascender a minorías  fanáticas y criminales al control de sus propios pueblos. Gentes de mala calaña que fabrican salvajes desigualdades. ¿Por qué? Si ellos, Estados Unidos y Europa, hoy son pueblos más avanzados y más cerca del conocimiento y de las prácticas civilizadas que los pueblos árabes. Será porque en ellos también el uno por ciento de su población ha incrementado inmensamente su cuota de acumulación de riqueza y de poder en detrimento y empobrecimiento del resto de sus propios pueblos en los últimos 20 años. Ellos los países avanzados, también fabrican maldades y desigualdades salvajes aún teniendo a su alcance recursos y opciones civilizadas. Será que la respuesta a la pregunta sin respuesta está escondida en la espantosa similitud de maldad y terror  que comparten  y practican por igual las clases dominantes de todos los pueblos, avanzados o menos, tanto  árabes como judeo-cristianos, acompañados por un porcentaje creciente de fanatismo suicida entre sus propios pueblos. Mi simpatía por los árabes es la misma que siento hacia mi propia cultura judeo-cristiana. Es la simpatía por nuestra civilización porque ella dispone de todo lo que necesitamos para asegurar una vida buena y próspera, independientemente de etnias y creencias.



Saludos
Flavio

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