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sábado, 10 de septiembre de 2011

"CASA TUA" Sábado 10 septiembre 2011.

El Cartel del Sábado
10 septiembre 2011.
Acta 28 – 2011.

CASA  TUA
OSCAR CALVET, HECTOR CASO, FLAVIO VELASQUEZ, EDUARDO BRICEÑO, RUBEN VANDER WERF
Y EL CHEF PROPIETARIO DE CASA TUA
MASSIMO ESPOSITO.

Los Locos de El Cartel.
Para mi, que soy el escribidor de las memorias de El Cartel, hay una sola sede histórica y primordial de nuestra agrupación, Los Años Locos. Y hay un solo miembro que impone con autoridad y pasión la celebración casi todos los sábados de la liturgia del encuentro semanal aunque asista a dicha festividad él solo: el CEO Héctor. Él representa el espíritu profundo de nuestra fraternidad, el espíritu de la conmemoración y de la glorificación del contacto personal abierto y sincero. Un espíritu que en menor medida todos los demás compartimos. Pero es Rubén y casi en igual medida Eduardo, quienes le imprimen al grupo el dinamismo civilizador del más elevado buen gusto y estilo de vida por lo que respecta a la cava, a la cocina, al comedor, a la sala y a la recámara. Rubén, si se le da la oportunidad, representa el ejercicio de la plena libertad de consumo e ingesta de vinos y manjares, siempre que el banquete vaya maridado con el deseo compartido de relajarse y divertirse sin la ataduras de la rutinas cotidianas. Eduardo es en lo profundo de su alma muy parecido a Rubén en este sentido, pero tiende más que Rubén a imponerse límites inhibitorios muy sensatos de vez en cuando. Rubén, por ser un amigo generoso y complaciente, respeta los límites que otros se auto imponen cuando se trata de consumir con moderación. Pero aunque el asunto de consumir de manera inmoderada o de consumir de manera controlada ya fue resuelto desde hace mucho tiempo en nuestro grupo, siempre retorna a nuestra atención como tema recurrente. Lo asombroso de este tema recurrente es que aparece siempre sólo después que hemos comido y bebido desaforadamente. He notado también que el tema de limitar y controlar la cantidad de consumo en vinos y platos ha aparecido varias veces antes de embarcarnos precisamente en una descabellada y voraz cabalgada de platos y copas. Y constato también que dicho tema nunca aparece cuando estamos en medio de una “matanza” desenfrenada. Y yo tengo una explicación del  por qué se nos borra el recuerdo del proyecto previo de regulación durante el lapsus del desenfreno. Porque estamos felices y relajados a rajatabla. Lo cual me sugiere que hay una cierta relación directa y proporcional entre el disfrute extremo y el descontrol extremo. Todos hemos apuntado siempre que no se trata de exceso de gasto, porque la dicha no tiene precio. Si no que se trata de algo misterioso e impreciso relacionado con ese débil sentido de culpa que produce la hartura. Ahora, en términos cuantitativos referidos al nivel de gasto en dinero, he notado una anomalía técnica sumamente curiosa. La famosa relación costo versus calidad. O más bien la proporción gasto objetivo versus percepción subjetiva. Es un tema en donde todos tienen razón y todos están equivocados al mismo tiempo y con relación al mismo objeto. Explico. A Rubén no le importa un pito lo que le cueste un vino si le gusta y la está pasando bien en compañía de su gente. Yo fui siempre así mientras me lo pude permitir por casi medio siglo. Y los demás miembros del grupo han demostrado en su momento igual idiosincrasia, aunque algunos, lo han hecho a regañadientes. Parece que la mayoría del grupo tiene una opinión muy bien afincada cuando se trata de rechazar un especial del chef o un vino de gran etiqueta basándose en la mágica presunción de que hay una relación dada entre  precio y calidad, lo suficientemente válida y creíble como para renunciar al consumo de algo exquisito y especial sólo porque el precio es relativamente alto. Al respecto hemos narrado historias de gente inmensamente pudiente que aprenden a vivir en estado cercano a la pobreza extrema, sólo porque dicen estar convencidos que un cierto nivel de precio no vale la pena en relación con la eventual adquisición. Pero ese no es de ninguna manera  nuestro caso. Ahora bien, queda pendiente el seguir verificando si podemos vivir el entusiasmo extremo de una  reunión cualquiera dentro de un régimen de moderación en el consumo y el gasto. Eso todavía no lo he visto. Y si esto fuese así, o sea, que la dicha extrema está casada con la ausencia de control, entonces es fútil cualquier resistencia a la libertad de consumo y de gasto extremo. Y es fútil asimismo el lamentarse. Y, entonces, como se dice en la tierra de las pampas infinitas: “A lo hecho, ¡pecho!”…

Saludos.
Flavio.

Álbum de fotos de hoy en
CASA TUA.
Mássimo nos presentó un diseño de sabores y texturas revestidos con la misma atinada excelencia y balance de siempre. Una Ciambotta al estilo abruzzese entre los abre bocas que nos cautivó a todos. Los tortellonis rellenos de frutos de la tierra que fueron robados a los frutos del cielo. Dos bandejas inmensas de tortelonis y pennes que después de la contienda “alla scarpetta” quedaron tan limpias como si nada. Y el plato estrella: varios OSSO BUCCOS en cama de risottos,  hechos de una manera indescriptible. Corrió el vino a torrentes como el aguacero que nos acompañó desde la calle. Al final una bandeja de postres apabullantes. Ah! Queridos lectores, el nombre Casa Tua, se traduce como Tu Casa. Y es así, creo yo, aunque en nuestras casas se come según otros estilos. Pero gracias a Mássimo, esa cocina excepcional y genuina que fue la cocina de su casa allá en Salerno, una cocina culta de tradiciones ancestrales, es hoy en Panamá, también la cocina de tu propia casa, si llegas a Casa Tua, uno de estos días.
Saludos.
Flavio.

 
Ana y yo.

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