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viernes, 12 de abril de 2013

"Los Años Locos" - Jueves 11 abril 2013,



Eduardo Briceño, Juan Antonio Mayoral,
Mauricio de la Guardia, Rubén Vander Werf y
Martín Corsunsky.
Atrás: Ricardo Jaime, Gilles Littrè y Flavio Velásquez.
El Cartel de los Sábados
Acta No. 10-2013, Los Años Locos, jueves 11 abril, 2013.
 

Salón Malbec

Es el reservado más especial que tiene el restaurante Los Años Locos. Sería el equivalente de la suite presidencial o real en un Grand Hotel. Por supuesto que requiere de un consumo mínimo de quinientos dólares. Y a cambio los comensales tienen sus propios meseros, su propio servicio higiénico, mantelería,  cristalería, platería y porcelanas de lujo. Es suficientemente amplio como para acomodar un máximo de doce personas cómodamente sentadas alrededor de una gran mesa cuadrada hecha de un solo tablón de cenícero. La comida no tiene por qué ser especial porque toda la comida de Los Años Locos es tan buena y aceptable que por experiencia personal yo la considero especial indistintamente del lugar en donde te la sirvan.
Nos reunirnos hoy jueves y no el sábado como lo exige nuestro ceremonial  tradicional para iniciar un nuevo periodo más flexible que en el pasado y permitirles a los miembros que tienen familia y casa en el interior disfrutar de un completo fin de semana a tiempo cualitativo con sus seres queridos. Pero aquellos que no tenemos estas obligaciones nos seguiremos reuniendo los sábados, además de los jueves. Al respecto deseo recordar que en el grupo le hemos reservado al amigo Père Masoliver un puesto privilegiado en nuestras preferencia gastronómicas. Y  por eso pensamos invitarlo a cocinar tan pronto como acordemos el lugar y el día.

Bebimos en abundancia dos tipos de buenísimos Rivera del Duero de las bodegas de Don Alejandro Fernández, cuyo representante exclusivo aquí en Panamá, es Jack Canavaggio. El Condado de Haza y el Pesquera Crianza.  Ambos conservados a temperatura y ambiente correctos en la bella cava creada por el amigo Rubén Vander Werf.

Saludos.
Flavio.


ROSSANA GALINDO Y EDUARDO BRICEÑO

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