FABIO PIETROSANTI, EDUARDO BRICEÑO, SANDRA DI GIOVANNI,
FLAVIO VELÁSQUEZ Y ELÍAS KAYAL.
EL SÍNDROME DE LA CUENTA.
El síndrome o el miedo a la cuenta es un grave freno al progreso de la cultura gastronómica de Panamá. La causa podría ser desconfianza creada por acumulación de malas experiencias. Es probable que muchas desconfianzas se hayan afianzado poco a poco en el alma de los comensales panameños por culpa de abusos perpetrados por empresarios inescrupulosos. Digo que es posible porque yo no creo que esa sea la razón predominante. La amplitud de la afectación en curso parecería entonces indicar que los niveles de estafa son casi totales, lo cual es improbable. Más bien creo que hay algo seriamente dañado en la conformación de nuestra conciencia colectiva. Algo que tiene que ver con la educación pública. Porque ese daño profundo y generalizado en la conciencia nacional se nota también en el deterioro catastrófico de nuestra cultura del trabajo, del rendimiento y de la puntualidad. Y, sobre todo, porque dicho daño crea perversidades irreparables a la nación cuando se trata de respetar los bienes comunes mediante la subordinación del propio arbitrio individual por debajo de los intereses globales de la sociedad. Por ejemplo, la corrupción y la delincuencia son los subproductos más preocupantes de esta falla en la conciencia nacional.
Al estar en compañía de genuinas personalidades del profesionalismo empresarial, como lo son nuestros amigos de hoy en esta excepcional mesa del restaurante La Trona, descubrí por el tenor y la seriedad de sus reflexiones al respecto, que este hábito generalizado de evadir la cuenta mediante la depresión del gasto de consumo, implica necesariamente la renuncia al pleno potencial de disfrute que ofrece todo menú de alta calidad y por lo tanto compromete la salud de la producción y oferta agro-alimentaria de calidad.
Nunca ha sido esta nuestra idiosincrasia de consumo. Y hoy en La Trona, como siempre y en tantos otros restaurantes panameños de alta calidad, le rendimos a su excelente menú el tributo generoso de nuestro más dichoso y entusiasmado desenfreno.
En fin, hay que ocuparse de este complejo de inseguridad y de inferioridad para eliminarlo del todo y liberar así este cuello de botella que tranca el desarrollo de la buena cocina en Panamá. Hay que hacer algo similar a la revolución socio-gastronómica que está haciendo Gastón Acurio en Perú. Cuyo éxito fenomenal viene corroborado por el estrepitoso flujo de turismo gastronómico de masas que llega a Perú proveniente de los países avanzados y por el aval entusiasta que ha recibido Gastón por parte de autoridades mundiales del sector, como Ferrán Adrià.
El amigo Elías Kayal, socio de Gastón Acurio en las franquicias La Mar, en El Cangrejo, y Tanta, en Costa del Este, está convencido que Panamá, tan pronto como supere estos complejos y temores, se abrirá a las rutas planetarias como destino gastronómico, ya que Panamá, como Perú, tiene una oferta creativa de recetas humildes y campesinas que son simplemente sensacionales.
Y también los otros dos amigos comensales de hoy, el dueño de Roma Antica, Fabio Pietrosanti, tan buen cocinero que evade la palabra chef. Y, el amigo Eduardo Briceño, uno de los gestores claves en Panamá de la innovación tecnológica en el campo educativo y administrativo.
La reunión de hoy abre una gran puerta frontal hacia emprendimientos inmediatos de los cuales muy pronto tendremos alentadoras noticias.
Flavio Velásquez y Elías Kayal.
Saludos
Flavio.