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domingo, 21 de agosto de 2011

"AÑOS LOCOS" Sábado 20 agosto 2011.

El Cartel del Sábado
20 agosto 2011.
Acta 25 – 2011.


LOS  AÑOS  LOCOS

Nuevas reglas para no volvernos locos.

Un extraño espíritu burlón sedujo al grupo este sábado  durante los dos almuerzos de hoy. El primero de los cuales fue en La Casa de San Francisco hasta las 3pm a base de abre bocas. Decidimos que el segundo sería en Primi, ubicado justo cruzando la calle, pero no fue así porque sin ninguna planificación previa llegamos a Los Años Locos. En donde pedimos algunas entradas principales directamente al chef Bienvenido. Estuvimos Mauricio, Héctor, Eduardo y yo. Casi al final llegó Martín. Aquí en Años Locos se intercambiaron como es ya costumbre algunos puntos de vista serios, polémicos y contrastantes, como por ejemplo, la Guerra de las Malvinas, tema en el cual y en apariencia no coincidimos Héctor, argentino casi panameño, y yo, panameño casi inglés. La verdad es que me fue casi imposible vencer a Héctor y sustentar mi tesis sobre el nivel de idoneidad que pudo haber tenido el ejército argentino para derrotar de manera ejemplar y aplastante al Reino Unido. Posibilidad que en mi opinión fue una opción que no eligieron sus dirigentes y que estuvo siempre al alcance de los músculos,  del cerebro y del corazón de la Nación argentina, un noble e inteligente pueblo que existe también para practicar la vocación del triunfo. Tiene razón Héctor porque el triunfo argentino que yo esperaba  no se dio en esta ocasión por razones tremendas e indignantes que son de dominio público. En consecuencia la Pérfida Albión no venció al pueblo argentino. Es más, yo creo que el pueblo argentino ganó. Porque fue vencido y humillado  un sistema militar y político de dominio oligárquico infame, corrupto e incompetente, pero de esto no hablamos. Fue un tema tan sustancial como el otro que acordamos previamente en La Casa de San Francisco referente a la sensatez y a la moderación en el consumo de comida y vino a las cuales aspiramos todos los miembros con sincera intención. Mauricio sustentó una idea viable para mantener un estándar de consumo civilizado cada tres sábados por mes que siga dos Reglas de Conducta negociables caso por caso. A saber. En primer lugar no superar un plato de abre bocas, un plato principal y una botella de vino por persona. Y en segundo, un postre cada dos personas. Estas nuevas reglas fueron aprobadas por consenso y unanimidad. Y a cambio de este orden racional y saludable permitirnos al menos un sábado al mes  un gran almuerzo tipo “Matanza”, sin las ataduras impuestas por dichas reglas. Y como somos adultos bien educados nos comportamos de manera consecuente en La Casa de San Francisco, al elegir sólo los cuatro abre bocas y los  tres vinos que consumimos, un Colombé Malbec y dos Sophenia etiquetado Reserva. Sin embargo, debido a que mis elevados niveles de ilusión se posicionaron muy por encima del decepcionante nivel de calidad que recibimos tanto en el servicio de mesa, como de cocina, decidimos cruzar la calle e ir a Primi para continuar con un almuerzo más cónsono con nuestras esperanzas. Pero en el camino mental hacia este nuevo destino decidimos desviarnos hacia  otro sendero más transitado. Y es así que llegamos, como por milagro,  a Los Años Locos. En donde bajo el hechizo de ese espíritu burlón que mencioné al inicio, almorzamos de manera tan descomedida como si le hubiese llegado el turno correspondiente a “La Matanza del mes”. Prueba de esto es lo que sigue: Dos órdenes de papas rebozadas y prosciuttos con huevos estrellados. Dos grandes especiales del chef, uno hecho de centollo que fue estrepitoso. Dos pennes al pollo y dos tortelones de espinaca. Y para cerrar, cinco postres insólitos tipo crepes sussetes en un sirope de naranja sumergido en una cama de mascarpone. Y tres botellas del celestial Sophenia Synthesis 2006, hijo legítimo de Michel Rolland gestado en el vientre de las tierras del Tupungato a mil doscientos metros de altura. Entre paréntesis, internacionalmente hablando, el Synthesis 2006 ha sido el vino más premiado de Mendoza. De dicha añada, tres botellas  descorchamos en estos locos Años Locos para completar la escalada de embrujos correspondientes a este sábado y que llegaron como por su cuenta, una detrás de la otra, sin que nadie se diera cuenta de su precio, hasta que llegó la cuenta. Porque lo que pedimos originalmente fue el Sophenia de tipo modesto, pero como no había quedado ninguno en la cava, sucedió que el generoso mesero propuso el desconocido Sophenia tipo Blend, recomendación que fue aceptada sin chistar porque ninguno de nosotros había incursionado previamente por los fondos embriagadores  de su bien formado y balanceado cuerpo, y mucho menos habíamos sentido el estremecimiento perturbador de su corpulento precio. Vivimos así, al margen de nuestras firmes voluntades, una sublime comedia de equivocaciones con gran disfrute de gustos y conversaciones, como es el modo usual en toda “Commedia dell´arte” que se respete a si misma. Y al final del día, todos quedamos asombrados por la facilidad con que cumplimos fielmente y de manera paralela con los dos modelos de almuerzo que habíamos diseñado y acordado. El de la moderación y del control de los impulsos primarios que aplicamos en la primera fase gastronómica de este sábado gigante y el de la libertad inmoderada de emprendimiento privado durante La Matanza de la segunda parte. En síntesis, hoy vivimos una micro réplica de la gran crisis mundial de turno. Y también hemos establecido como es ya tradición en nuestro grupo otro precedente ejemplar. Esta vez el de cumplir en un mismo tiempo y en un mismo espacio con los dos tipos de almuerzos que deseamos, uno de gran cordura y el otro, por supuesto, grandioso, excitante y más allá del umbral de la locura.

Saludos.
Flavio.

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