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miércoles, 3 de noviembre de 2010

"AÑOS LOCOS" 12 junio 2010.


A partir de los años 1960 la raza SIMMENTAL y BRAHMAN (Zebú) se mezclaron para crear la variedad SIMBRAH, un híbrido de cualidades superiores a sus razas de origen. Por un lado la raza Zebú es resistente a climas tórridos y plagas parasitarias. Y por el otro la Simmental es una res fecunda, buena madre, de carácter dócil, que da carne de buena calidad.

La variedad SENEPOL  es otra gran invención del ingenio humano. Senepol es el resultado de la unión de dos razas. La raza “N´DAMA” de Africa occidental importada originalmente desde Senegal a la isla de St Croix en el Caribe, a mediados del siglo XIX, en donde fue cruzada con la RED POLL, una raza importada de Anglia Oriental, Inglaterra, que se adapta muy bien a las tierras áridas como la tierras de donde proviene. SENEPOL combina las características de tolerancia al calor y de resistencia a los insectos del “N'Dama” senegalés al oeste de África con la carne tierna y de alto rendimiento del Red Poll del este de Inglaterra. Las características de adaptabilidad incluso al clima del trópico, la han hecho acreedora al título de “Bos Tauro Tropical”. Lo cual le ha permitido un excelente desempeño en zonas de baja precipitación, pasturas con pobre valor nutricional, presencia de parásitos externos e internos y temperaturas altas.
El ANGUS es otra cosa. Es una raza de gran pedigrí creada en Escocia por un escocés de nombre HUGH WATSON, quien después de arduos años de cruces y selecciones llegó a crear dos padrotes perfectos de color negro uno llamado “Old-Granny” nacido en 1824, que vivió 35 años y tuvo 29 terneros de gran clase. Y el otro, su preferido, a quién le asignó el número uno en el “Scotch Herd Book”, llamado “OLD-JOCK”. Hoy existen en Argentina, Uruguay y los Estados Unidos un total de medio millón de ejemplares de cría con registros legales que remontan su origen a estos dos famosos ejemplares.



TEMA: Degustación de nuevas carnes nacionales.

El sábado 12 de junio 2010, frente al plasma que mostraba la partida Inglaterra-Estados Unidos, hubo en el Salón El Rey del restaurante Los Años Locos, Ciudad de Panamá, un almuerzo degustación de carnes especiales producidas en Panamá. Se trata de una variedad novedosa compuesta por tres cuartos de raza SIMBRAH y un cuarto de raza SENEPOL-ANGUS. Y como ya es tradición de nuestro grupo, el maridaje se hizo con cata de cinco Ribera de Duero y cuatro Rioja. A saber: dos Pesquera, Abadía Retuerta, Villa Mayor y Calleja. Y cuatro Montecillo. Los cortes fueron: filete. colita de cuadril. entraña. babilla. sirloin. New York strip y strip loin. Todos de muy buena consistencia, calidad, sabor y textura. Descubro, gracias a los promotores del almuerzo, que Panamá está consolidando el inicio de un sector ganadero de elevada excelencia. Esto es un cambio de verdad. La parrilla del restaurante produjo cauterización, jugosidad y temperatura en plato a la perfección. Asistieron por El Cartel, Mauricio, Rubén, Carlos, Sir George, Gianni, Héctor y Flavio. Y los promotores por el sector bancario, ganadero y ventas fueron Roberto, Aristides, Samuel y Eckson. Antes de presentar la crónica de este almuerzo quiero divagar sobre el paraíso celestial de los argentinos. Si allí hubiese solamente fut y carnes, estoy seguro que no extrañarían a las once mil vírgenes prometidas por el profeta. Pienso además que nadie puede superar la creatividad de los argentinos cuando se trata del arte de vivir esta vida material, porque se construyeron en su país un paraíso terrenal de abundantes carnes, futs y vírgenes. Y todo argentino aunque venga de Polonia, de Galicia y de Piemonte, es otro tipo de Hommo Sapiens que hay que tomar muy en serio. Como este sábado en Los Años Locos en donde abundó el fut del Mundial y la carne bovina de muy buen toque, como debe ser. Nadie se acordó de las once mil vírgenes, porque en el Salón El Rey fue el paraíso celestial perfecto solo para hombres, vino, carne y fut. Porque en cualquiera reunión en donde asista al menos un solo argentino no importa la cantidad de otros participantes presentes, ese argentino solito hace la mayoría absoluta. Pero en esta reunión habían cuatro argentinos debidamente aclimatados al hervor tropical. Dos cosas debo decir a propósito del calor de los argentinos y del hervor tropical. Primero, en el paraíso argentino de aquí en la Tierra hace un calor infernal como para evaporar la sangre. Dicho calor es indispensable e independiente de la política y del clima. Es un calor misterioso que sale de las pelotas de fut, de los jugos gástricos y de las ganas de ganar. Pero a diferencia de la política y del clima, el calor misterioso de los argentinos no mata. Los agoniza, sin morir. Ahora bien, les ruego imaginar ese calor argentino trasladado al mundo alucinado de la hamaca. Nuestro mundo, Panamá. Y segundo, ahora añadimos el hecho trascendente que los cuatro caballeros en cuestión estaban beatificados por el trance místico que recibieron en la mañana a propósito del “uno a cero” contra Nigeria, entonces queridos lectores se podrán imaginar ustedes con facilidad que esos cuatro argentinos nos deslumbraron, nos agotaron y nos acabaron. Sir George y Héctor explotaron en medio de ese terrorismo hormonal, políticamente incorrecto, que los hace sublimes. Rubén no se quedó atrás, entró a la palestra con sus potentes ráfagas de pasión, en medio de una refriega existencial que dejó “chancleta” a la Guerra de las Galaxias. Pero este modelo de conducta de los argentinos no crea una guerra normal. Crea una guerra especial para vivir y gozar, no para morir y penar. Y ese resultado vital no viene de una intención racional, ya que es una condición genética y automática del ser argentino. Son así. Creo que esas guerras existenciales de los argentinos las inventó un hijo post-modernista y post-humano de Gardel con la Pachamama, para mostrar al mundo que siempre que se quiere de doble modo, es decir con voluntad y corazón, todos pueden ganar. Y que la opción que haya vencedores y vencidos, no es obligatoria, excepto en el fut y en las discusiones de tertulias y cafés de argentinos, en donde se muere el orgullo y algunas veces el alma. Cosas de argentinos. Todos se lanzan en boca y alma para llegar de primero. Y me sorprende que nunca nadie llega ni de segundo, ni de último. Nosotros los nativos que poblamos este país de las hamacas, nos quedamos en la platea como espectadores excitados por el fluir inapelable de un escenario estremecido por la mejor dialéctica ”jegueliana”. Sir George, el de las coordenadas cartesianas, explicará lo que quiero decir. Ah!!! Qué buenos tiempos estos!!! ¡Cuando hay argentinos! Porque entonces son tiempos mayores que los de antes y menores que los que vienen. Lo digo por el gran Martinelli, un italiano que llegó a Panamá sin pasar por la Argentina. Esto que he dicho podría significar algo. Lo digo también por el enorme Berlusconi, un italiano que nunca salió de Italia y en consecuencia no tuvo otra alternativa que la de transformarse en él mismo, sin pasar por la transición infinita de la pampa, por la prueba de personalidad del pantanal de La Plata y por la epifanía titánica y estrepitosa de los Andes. Eso que le falta a los billones de humanos que nunca llegaron a la Argentina, me da tristeza. Como me apena la crisálida que decide quedarse gusano, pudiendo si quisiera, llegar a mariposa. Y pienso entonces en la pobre Italia, en donde tiene su origen la belleza, tan llena de arte, de bienes, de historia y de tantas gentes portentosas, como Berlusconi, que no tuvieron la dicha de ser argentinos, ni el privilegio gracioso de estar en Panamá, el país de las hamacas, sobre las cuales todos los gusanos siempre dan a luz las mariposas. Sobre todo porque desde hace milenios, se inventó el arte del llegar a ser y del estar mejor. Hablo de los filósofos visionarios del Medio Oriente mediterráneo y del Lejano Oriente que poblaron montañas vecinas a los  cielos y  las nubes. Dijeron ellos que cada punto de la tierra es el centro y el corazón de la creación. Y ahora la crónica. El buenazo de Gianni que vive la transición de la adolescencia hacia la libre empresa paterna, estaba entre nosotros como si no estuviese. Se fue muy temprano, y quizá para ir a llegar tarde a otro lugar. Sospecho que después que partió de nosotros, probablemente se dio cuenta que nunca estuvo con nosotros. Y probablemente tampoco llegó a donde fue. Roberto, al principio, explicó admirablemente y mejor que yo, todo lo que hay que saber sobre las carnes que nos ofrecieron y que degustamos con admiración y placer. Estos muchachos saben su asunto a la perfección. Me inspiran la confianza del éxito generacional. Y también los gerentes del súper mercado El Rey, gente joven, profesional y de agradable compañía, como Roberto, el banquero. Todos los promotores fabricantes de carnes inéditas me hicieron inventar una versión actualizada de aquel famoso poema infantil escrito originalmente en inglés, que luego fue novela y varios films y que también cristalizó en musicals de Broadway…

“y todos los hombres de El Rey, trataron y lograron…” Carlos Magno se cuida, se ve bien y para mí es un ejemplo poderoso a seguir. Mauricio no habló. Pensó. Hoy lució más joven que nunca. Lo cual me hizo regresar al pasado. Rubén, el dueño de casa, radiante, espléndido y generoso como siempre. Un abrazo y hasta luego. Flavio.

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