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viernes, 12 de noviembre de 2010

"CAN MASOLIVER" 11 nov 2010.

ACTA DE EL CARTELITO
Jueves 11 noviembre 2010.

Restaurante:
Can Masoliver

La mesa de los seis:
Héctor Caso, Joan Suriol, Pere Masoliver, Oriol Serra, Miguelangel  Cerdá y Flavio Velásquez.

Cata Presentada por
ORIOL SERRA NADAL
Cien Años de Vinos en Patagonia
Bodega Humberto Canale
Cava 2008
Viogner 2009
Pinot Noir 2009
Pinot Noir Gran Reserva 2009

Maridaje:
Tapas catalanas de Pere Masoliver.

Tema:
Vinos de la tierra, la natura al poder.
Oriol Serra Nadal, Miguelangel Cerdá y Pere Masoliver.

Otra vez me encuentro atrapado entre los embrollos intrincados de la vida. Porque por lo menos hubo tres presentaciones magistrales hoy en Can Masoliver. La ofrenda pública presentada por  Oriol sobre esa emocionante aventura colonizadora en Patagonia en la cual participó hace un siglo Humberto Canale para crear después vinos delicados y elegantes cuyo futuro se anuncia  tan épico como el siglo de gran crecimiento transcurrido. Me queda por esa ofrenda en el hígado la sensación incontenible de presentir que algún poder sublime se esconde embotellado en el alma de Oriol para infundir más vida a los vinos de su tienda, junto a la vida que infundió el sudor de los hombres  y  la bondad de las tierras. Los vinos en la tienda de Oriol más se animan y más se crecen gracias a la generosa magia de su verbo  penetrante y certero cual saetas. La otra presentación fue al final de la tertulia y la hizo también Oriol cuando todos los miembros del Vino Club se habían retirado, y quedamos en la intimidad sólo los miembros de la mesa de los seis. En esa intimidad habló Oriol, como en confesionario medieval, de la grandiosa aceptación de supuestas culpas, de la perturbadora expiación de supuestos pecados y del grand finale  triunfal que muestra la merecida glorificación del héroe que regresa. Por tratarse de mi percepción subjetiva sobre Oriol me obligué a descubrir que nunca hubo tal culpa. Quizá sólo hubo un poco de infundada expiación. Pero hubo un grand finale desde el mismo inicio de la sua meravigliosa ópera di vita. Así lo dije, porque creí soñar que Oriol aprendió de manera natural, desde adentro y sin saberlo, el casi imposible arte de inventar una identidad propia y libre, y así, con ese caldo de soledad puede construir hoy en sociedades, una sólida empresa del buen vivir. Los caminos de Oriol son infinitos. Aprende Oriol en cercanías, cuando la cruda verdad aparece desnuda y al alcance de la mano y ahora por haber estado demasiado cerca de una portería sabe que la verdad es una belleza que se ve mejor desde lejos y mucho mejor si no se ve del todo. Cuando descubrió eso en dos partidas de fut una desde lejos en graderías no supo ver la mentira, pero en la otra partida que vio de cerca, muy cerca del portero, vio la farsa en la cruda gimnasia coreográfica del espectáculo. Y mucho antes, en la cima del Canigó,  para iniciar el tránsito por los senderos retorcidos de sus catorce años recibió un momento zen que marcó la extensión de sus horizontes para pensar que podrían ser alcanzados. Pero eso no fue todo. Entre estas dos conferencias magistrales, la pública y la privada, de Oriol, se insertó algo inmenso, insólito y mesiánico. Se insertó la genuina espiritualidad de MIGUELANGEL CERDÁ y una auto incursión existencial por los meandros de su propia historia. Una historia que reafirma mi absoluta fe en la trascendencia del espíritu humano y en el papel sagrado que juega el hombre en el gran teatro de la natura. No me siento digno de repetir su evangelio. Sólo me hace dichoso confesar con humildad que creo con firmeza en él, en su obra y en su ejemplo. Porque su gesta viticultora es un recorrido sincero que va desde su mente curiosa hasta enraizar en los enigmas de su tierra. Para señalar el significado profundo de ese sendero invisible entre mente y tierra  que nos muestra que es el pensamiento el que inventa o descubre el vino. Y por eso el vino, en agradecimiento, nos concede sólo por beberlo, el gracioso don de la reciprocidad: el vino nos hace pensar. Y eso fue lo que pasó hoy. Tomamos el vino y pensamos en la vida. O sea, bebo, luego  existo. Es la verdad jolística de MIGUELANGEL que es revelada:  o sea, está viva en el vientre del vino la misma tierra que lo parió. En otras palabras la naturaleza recobra siempre el camino que la lleva hacia el poder. Y ese poder está en las palabras y en las ideas de Oriol y de Miguelangel. Qué suerte tiene Mallorca y todos los que tenemos el privilegio de estar cerca de Miguelangel. Y creo entender que es el concepto de Vino de la Tierra lo que hace posible en España la misión restauradora a favor de la dignidad de la naturaleza implícita en la labor de viticultores como Miguelangel Cerdá. Y la fuerza convincente de esta actitud respetuosa, civilizada y humilde frente a la armonía universal es lo que hace posible vinos de la calidad de su Ánima Negra y de su Son Negre. Pero también hay otros Vinos de la Tierra, cada vez más excelentes, como por ejemplo según leí en ABC, el “12 Volts” también de Mallorca, el “Ziries” de Castilla-La Mancha, el “Terrerazo” de Valencia y el “Q2 Sardonia” de Castilla y León. Y se cantó un nostálgico Virulai. Y así ambos Oriol y Miguelangel mencionaron el origen estrepitoso de todo este nuevo arte y ciencia de la tierra del vino, ANA MARTIN, que en las próximas semanas vendrá a visitar sus amigos catalanes de Panamá y cuyos vinos privilegiados “Traslanzas” y “Cuzcurrita” los tiene Oriol en su tienda. Y así llego al final de este embrollo intrincado de la vida. Saludos. Flavio.



2 comentarios:

  1. QUE BIEN ESCRIBES Y COMO FILOSOFAS PARA BIEN DE NUESTRAS COSAS , ERES UNA ENMINENCIA.

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  2. Gracias Pere por tus generosas palabras. Gracias por dejarte conocer y sobre todo, gracias por tu elevada cocina.

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