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miércoles, 3 de noviembre de 2010

"CAN MASOLIVER" 22 mayo 2010.

El mejor almuerzo hasta ahora ha sido el de hoy en Casa Masoliver, o sea como se dice en catalán: en "Can Masoliver". Ángel pasa a primer finalista. Comimos en el salón El Catalá Héctor, Sir George y yo. Comimos tres platos principales muy bien hechos: langostinos en frijoles negros para Hector, atún en salsa mediterránea para Sir George y Guavina con espinacas para Flavio. Las entradas fueron cuatro. Pan y tomate al horno. ¡Paté de la casa, sensacional! ¡Fabada y chorizo! ¡Garbanzos y mariscos! Y un postre Chocolate Fondant digno de un rey. El plato principal fue cortesía de Pere Masoliver quien presidió la mesa y fue, como nunca antes, fino, educado y condescendiente. Tomamos dos botellas de vinos. Un Glorioso del Duero y un AN/2, que es un gran mallorquino de uva nativa Callet. Café de gran calidad inusual. Y varias Sambucas Flambé “con las moscas”; es decir, con granitos de café que debieron estar tostados y crujientes pero no lo estaban. Calle Abajo y Calle Arriba, es decir, Héctor y Sir George, se lucieron. Nuevamente presentaron un duelo de capa y espada digno de Dartañán. A tal punto que hubo gente que se sentó en nuestra mesa para aumentar la animación colectiva, en especial un pintor famoso, el gran Antonio Alvarado, cliente de lujo de Masoliver. Un tío impactante con una cara roja cubierta de espesa barba blanca para dar deliberadamente la impresión de un Papá Noel disfrazado de Carl Marx. Ese personaje habló bastante pero, misteriosamente se transformó en el equivalente de Gilles en versión todavía más acalambrada. Nadie entendió nada, pero se mostro cordial e íntimo como si todos fuésemos hijos de la misma madre. La sesión de hoy también fue una de las más duraderas. Desde la 1:30 hasta las 6pm. Claro que vimos la partida de fut. Luego, Héctor se resintió consigo mismo porque no se cumplió su presunción que después de comer Sir George se asueñaría y se iría a dormir como ya es tradición. Pero esta vez no fue así. Quizá porque la conversa era de esas que le quita el sueño a cualquier cristiano. Hablamos del futuro. Hablamos del cansancio de los años. Hablamos de nuestros relevos generacionales. Hablamos llenos de amor paterno. Todos, hasta Héctor, cuyos hijos están en veremos. A pesar de la marea de amor, todos fuimos implacables, cándidos y honestos. Lo cual define que esta ha sido la ocasión más intensa, crispante y productiva en la que la furia dialéctica que carga usualmente el choque de civilizaciones de Héctor y Sir George se transformó en música celestial ante mis oídos. Y ellos, Héctor y Sir George, fueron intérpretes de elevada técnica experimentada que manejaron sus instrumentos musicales vocales, con arte y precisión. Le presenté a Héctor un amigo, elocuente, mentalmente ordenado e ideólogo de la tendencia marxista del PRD, Ramiro Vásquez Chambonet, a quién ya Héctor había escuchado con interés en la radio. Hoy todos los encuentros, incluyo a la tendencia, al Santo Clos y a Carl Marx, diseñaron un momento Zen trascendente. En especial Sir George cuando nos explicó el tablero de ubicación de la brújula política, como debía ser: “Dos ejes de coordenadas cartesianas” fueron sus palabras textuales, no las mías, ni las de Héctor. Y entonces se hizo un silencio reverencial como si la mano de Alá estuviese a punto de ascendernos al jardín de las once mil vírgenes. Héctor se quedó mudo por tiempo que parecieron siglos. Y yo sufrí un derrame de agradecimiento por haber sido parte invitada de una experiencia fraternal siempre grata; y cada vez más. Hasta la próxima.  Saludos. Flavio.

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