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miércoles, 3 de noviembre de 2010

"CARPACCIO" 11 julio 2010.



TEMA.

ESPAÑA.

El equipo de España, siendo parte de los cuatro países que completaron los siete juegos para llegar a las finales del Mundial, muestra entre todos ellos el más alto grado de rendimiento a los menores costes. Porque el equipo español fue el que menos goles anotó. Fue el que menos goles recibió. El que sacó la menor cantidad de tarjetas amarillas. El que menos faltas cometió. Y el que más faltas recibió. Por eso es grande este equipo y grande es el triunfo de España. Esa eficiencia admirable se alcanzó porque su estructura funcional aseguró una elevada racionalidad y orden colectivo. Es también un triunfo de la ética y de la estética de grupo. Por lo tanto es merecido y meritorio el triunfo de España y la gloria orgullosa de su celebración, que todos compartimos muy emocionados.

¡Viva España!

TEMA DE HOY.
Amistad y libre empresa.
Hoy en el Restaurante Carpaccio continuó la reunión de ayer sábado por tratarse del final del mundial entre España, la vencedora, y los Países Bajos.
ESTUVIMOS: el Rey Gilles, Brecha, Sir George, Mauricio, el CEO Héctor, Enrique y Flavio.
Tomamos entre pizzas y pastas hechas magistralmente por genuinos chefs italianos, Ángelo y Fabio, cinco botellas de Protos Crianza por la gloria de España. Y como continuación de la gloria francesa de ayer sábado se abrió el segundo Foi Gras de Canard Entier, de una casa diversa, Doyenné de Lanvaux. Lo acompañamos el foi gras con un 6 puttonyos Tokaji Aszú1999 producido en Hungría por Vega Sicilia. No hay palabras.
Para mí, entre las grandes emociones personales relacionadas con el logro del triunfo como resultado del esfuerzo y del talento, está precisamente el logro del triunfo de quienes emigran. Sobre todo el de todos aquellos inmigrantes que hincan sus raíces en tierras lejanas para buscar y encontrar esa seguridad y satisfacción creativa que sus propias naciones de origen no pudieron ofrecerles. En todo el planeta, en una escala de siglos, todos somos inmigrantes. Pero no todos los que llegan para desempeñar labores de humilde calificación logran escalar la empinada ladera de los retos laborales que implican responsabilidades nuevas cada vez más difíciles. Sin embargo son muchos los que logran dicho triunfo en tierras extrañas. Ya que el sistema capitalista, a todos por igual, le da la opción social y educativa al individuo para emprender el esfuerzo que exige el logro de resultados productivos. Es decir cualquiera persona sin particulares dones mentales y físicos puede subir esa empinada ladera de retos y dificultades. Por eso cuando me toca el privilegio de presenciar dicho éxito mi complacencia es tan sentida como la de estar frente a una obra de arte. Entiendo entonces que está en la naturaleza profunda de los hombres el mantener la visión y el empuje permanente hacia el logro de su propia independencia y prosperidad. Y el sistema capitalista en la vida real es el único que en mi larga experiencia profesional muestra que puede asegurar satisfactoriamente las condiciones para el logro de esa libertad y prosperidad, aun a pesar de toda la secuela perversa de abusos, estafas y torpezas implícitas en el ejercicio de la libertad de empresa, aunque esté regulada. Mi formación académica es capitalista. Por lo que acepto, como una disciplina y como un instrumento, los conceptos de la libre empresa, la iniciativa individual, la competencia y la propiedad privada de los medios de producción, obviamente, bajo el paraguas protector de hábitos civilizados y de reglas equitativas. Acepto también que la amistad es difícil de cumplir cuando los amigos tienen dificultad para aceptar cuán parecidas son las responsabilidades básicas entre los cultivos de la amistad y los cultivos de la empresa. Lo que hay que aceptar es que la amistad es un estado de relación que va más allá del sentimiento. Es decir, además de afectos la amistad implica, planificación, sensatez, límites y fechas de cumplimientos. Y no todos los humanos tienen nariz para catar ese caldo cuando se trata de la amistad. Al respecto una confusión específica es la creencia fatal que en la relación amistosa y en la amorosa, deben haber sacrificios y renuncias sustanciales entre las partes. En mi opinión estas creencias no son buenas ni para el éxito de la empresa, o de la amistad, o del amor. Efectivamente, esas creencias crean conflictos de alto riesgo. Por eso la amistad, el amor y la empresa, en la vida real para el común parroquiano resulta ser casi siempre otra cosa distinta de la que se piensa. La amistad es un enredo, es una apuesta y es un riesgo. Como la empresa y el amor. Una buena amistad se parece a un buen negocio y a un buen amor. Yo he tenido suerte en la vida porque he sentido la amistad, el amor y la empresa, tanto como la he resentido. Y mi saldo de pérdidas y ganancias hasta el momento es superior a cero. Me pregunto entonces si la amistad incondicionada, es políticamente correcta. O más bien, en el caso que me ocupa si la amistad entendida solo como sentimiento, como fidelidad, como renuncia y como sacrificio es éticamente correcta. O más bien, si entendida de esa manera es humanamente viable.
En fin no tendrían que haber problemas graves entre amigos, entre socios y entre amantes, si entendiéramos correctamente al humano como un ser que tiene toda la capacidad individual necesaria y la capacidad social para alcanzar el equilibrio funcional entre el cerebro y el corazón en todos sus sectores de actividad real. Y el sistema de libre empresa le da al individuo la opción de escalar el progreso personal de manera correcta y decente por encima de las irracionales restricciones impuestas por una falsificación injusta de la amistad y del amor. Eso es todo por hoy. Abrazos. Flavio.

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