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miércoles, 3 de noviembre de 2010

"CHEZ BAZAN" 15 mayo 2010.

EL GUANACO ES  ELEGANTE, NOBLE Y SILVESTRE COMO LOS ARGENTINOS.


Sábado 15 de mayo 2010.
Casa de Rachel y Rodrigo.
Costa del Este, Ciudad de Panamá.
Almuerzo gran parrillada y piscina.



Dante decía que el mayor dolor para quienes van al suplicio del infierno era recordar el placer pasado en esos momentos de miseria. Es decir, entiendo que sufrir penas es menor dolor que recordar placeres. Me parece, al contrario,  que no existe mayor placer en la vida que no recordar nada cuando se goza. O sea, que un goce de gran envergadura acaba con todos los demás goces y, por supuesto, con el recuerdo de dolores. Por eso digo que los antiguos indostanos, origen de la raza aria, inventaron la catarsis y el poder de tornar la mente en blanco para concentrar y amplificar los poderes espirituales del ser. Y también digo que no hay tarea más difícil que hacer un Acta de El Cartel cuando todos hablan y callan al mismo tiempo. Y digo por último que hoy no pasó nada que yo quiera referir porque estar en casa de Rodrigo, Rachel y sus cuatro bellísimas hijas es todo un acontecimiento que anula cualquier otro. Por ejemplo, El Cartel fue agasajado por Rodrigo y Rachel no sólo al acogernos en el escenario espléndido de una residencia de buen gusto y bella, sino por el donaire y la gracia de sus atenciones. Ese fue el placer supremo del Cartel: estar en un lugar en donde se es bien recibido. Después tenemos el placer de estar juntos los amigos. Y tan buen placer es este como la gran parrillada argentina de Rodrigo. Al inicio, antes que llegara Héctor, parecía que Rodrigo que es argentino de pura cepa no tenía idea. Al menos eso era lo que las apariencias engañosas sugerían. Claro que nos equivocamos. Afortunadamente Rodrigo tenía dos poderes invencibles a su favor, sus propios genes sureños y Rubén. Pero Rubén, hombre prudente, le cedió el paso a los genes parrilleros de Rodrigo. Y la parrillada de Rodrigo quedó excepcionalmente buena por sus propios méritos. Como para guardarla en el museo de los goces supremos. Sólo quiero invitarlos a elucubrar lo siguiente. Se imaginan ustedes, amigos del Cartel, lo que serán desde ahora en adelante las parrilladas de Rodrigo ahora que ya se comprobó que tiene idea, aunque llueva a cántaros como hoy. Y muy buena idea, por cierto. Y todo ha sido mérito de su magnífico talento natural como anfitrión de lujo. Gracias y felicitaciones a Rodrigo, Rachel y las hijas. Nos sentimos honrados y privilegiados. Espero que la próxima vez, si ese es el caso, tengamos un mesero que te libere de los quehaceres de atendernos y tener nosotros así el placer de tu cercanía permanente. También espero que El Cartel le envíe a la señora de la casa, Doña Raquel, un gran ramo de flores como muestra de nuestro reconocimiento. Y fijar así, con este gesto, una nueva tradición manierista del Cartel. Así se hacía en tiempos de mi abuela Ismenia, la mamá de la mía, al inicio del siglo pasado en el pueblo de Las Tablas, cuando no había luz eléctrica y nos alumbrábamos con candiles y guarichas. Costumbres perdidas, las de enviar flores, que hoy El Cartel re-encuentra. Y sin aviso alguno, en medio de la sentida tertulia, llegó casi al fin, la memoria de mi madre fallecida hace poco. Y fue entonces que recordamos todos con el mismo grado de conmoción, la caricia de su imagen. Y lo mucho que disfrutaba ella las atenciones de Rubén, Lourdes y de todos en Los Años Locos, su lugar preferido, cada semana por muchos años. Bueno, ya ese placer es parte de nuestras memorias. Y eso trajo a la mesa el tema del morirse. Fue Eduardo quien en un salto de fe y cariño propuso que alguien tenía que hablar en el responso fúnebre para mí, cuando muera yo. Noble gesto. Quería Eduardo que yo decidiera ahora quien de los presentes tenía que hablar cuando yo no sea. Y yo enmudecí como si ya me hubiese muerto. No era el terror del no-ser lo que me apagó. Fue el extraño pensamiento de Dante a la Flavio. O sea, cómo sería mi mundo sin el disfrute de la compañía física de los amigos. Y entonces Rubén y Héctor, me regresaron el aliento porque legislaron a nombre de todos porque ellos hablarían de todas maneras en mi honor, no importa quién va primero. El tema de la muerte se pega fuerte a la piel del Cartel. Y en un ambiente de goce perfecto como es el de estar en casa de Rachel y Rodrigo, con la muerte rondando la mesa, así como llegó, impávida y sin dejar huellas, se fue. La tarde recogió y unió a los amigos en el cálido abrazo del agua de la piscina. Y sentimos la nostalgia de Gilles y su acalambrado lenguaje; y el heroísmo de Sir George que cuando no está nuestro querido Héctor vaga como alma en pena con su látigo inútil colgado de la mano. Gracias a Martín encontré el tema de esta tarde. Un ser noble y tierno como es el alma profunda del argentino, el guanaco. ¡Ah! Martín es Messi. Carlos estuvo presente pero de oyente. Estuvimos esta tarde Mauricio, Eduardo, Martín, Héctor, Rodrigo, Rubén, Carlos y yo. Y los hijos de Eduardo, Rubén y Rodrigo. Una tarde como nunca. Tarde sabrosa y llena de moscas. Al inicio Mauricio mató cincuenta. Y llegaron entonces cien más. Después mató a cien y entonces se fueron… y nosotros también. Porque la tarde y las moscas se acabaron al mismo tiempo. Dijo Mauricio que las moscas son de los vecinos y sus abonos. Será. Rubén llamó a su padre, Don Edgardo; que hoy en Buenos Aires cumple 79 años. Todavía no lo saben pero la fiesta de los ochenta será en Buenos Aires. Gran dicha para todos. La celebración de hoy consumió una cantidad impensable de cortes y vinos excepcionales. Tantos, como es ya tradición; y en fin para qué repetir su descripción. Y siguiendo la rima, otra mención, una grande de honor para el pae de Limón de Paloma Bazán. Y los otros dulces y helados. Algo fuera de lo común. Saludos. Flavio.

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